Cierta
vez, pasó por mis vistas la lectura de un texto del escritor Alex Rovira,
titulado “La Buena Crisis” y como no pasa por mi mente el egoísmo, es mi deseo
que mis congéneres se apropien también de algunos conceptos referentes, que
animan a que no todo está perdido, y que si se quiere percibir lo invisible,
primero tenemos que observar lo visible; de igual manera, recordemos que no
llega antes quien va mas rápido, sino el que sabe a dónde va.
Hagamos
memoria, que podemos salir de los abismos: de conciencia, psicológicos,
amorosos, de pareja, estudiantiles, profesionales, comerciales, políticos y de
todos los baches que encontramos al cruzar este paraíso de la vida.
No
es por demás, llevar a la práctica, proverbios muy conocidos, entre ellos: “que
después de la tempestad llega la calma” además
“siempre que llueve escampa”.
Si
hablamos de sufrimientos, diremos que se conocen dos clases, al igual que dos
clases de dolores: los que se sospechan que acabarán, que a juicio se
terminarán, que parecen tener remedio, solución, que esperamos y deseamos. Y
los que nos hacen entrar en duda; algunos son tan intensos que pareciera
duraran una eternidad. ¿Será que durarán para siempre?
La
malaventura, conocida como adversidad siempre tiene una salida, guarda una
esperanza. La desdicha, no. Se produce un sentimiento de desvalimiento, o
desamparo cuando ya no parece posible o inconcebible felicidad alguna. Se
supone que es algo pasajero, muchas veces ni siquiera malo; es un estado, una
duración que se presenta sin fin visible.
Aquellos
seres que se sienten perdidos, es porque han presentido la duración de una
desdicha y la dan como eterna. Donde se quiera que dirijan la mirada, se
encuentran en la oscuridad, el vacío y terminan paranoicos.
Gracias
a la crisis, si no fuera por ella nada cambiaría y es al cambio al que se tiene
miedo; nos acostumbramos, en el caso actual de Colombia a la guerra que hasta
nos da temor y le ponemos trabas a vivir en paz.
Hay
hogares, familias, que lo anormal para el común
de la gente, en ellos se tornó en una normalidad. El día que no hay
malos entendidos, discusiones o cantaletas, pareciera que algo anda mal y es
entonces, como si les hiciera falta, alguien la emprende. Pareciera que este
mundo como dicen algunos estuviera loco.
Me
llega al pensamiento una anécdota de mi juventud, cuando era estudiante de
primaria: en mi pueblo, había una loquita a quien apodábamos “Radio Cuca” que
en tiempos de la muchachada y en vacaciones, era motivo de distracción. Cuando
estábamos en el parque y queríamos irnos a almorzar temprano, de lejos la
llamábamos, Radio Cuca, Radio Cuca, e inmediatamente nos encendía a piedra y
salíamos de huida para las casa. Se acostumbró tanto a que la sacáramos de
quicio que cuando pasaba al lado de la barra y no le decíamos nada, comenzaba a
rezongar diciendo “qué será que no me han dicho Radio Cuca”.
Nuestros
caminos de más lucidez suelen tener lugar cuando nos sentimos profundamente
incómodos, infelices o insatisfechos. Pues en esos momentos, empujados por
nuestra insatisfacción, cuando salimos del camino trillado y empezamos a
explorar maneras diferentes de hacer algo o respuestas mas certeras.
Lic. Danilo Useche