“La Paz Colombia”

11 de febrero de 20160 COMENTARIOS AQUÍ

'Mucho ruido y pocas nueces’ es la percepción de muchos colombianos frente al proyectado fondo de USA por un valor de US$450 millones ¿por año? para financiar la paz, más allá del conflicto -que todavía está en veremos- y como sustituto del ‘Plan Colombia’ por un valor cercano a los US$5000 millones, de tan profundo impacto en la modernización de nuestras fuerzas militares y el progreso de nuestra ya larga batalla contra la subversión y el narcotráfico que también le compete a los consumidores por aquello de “es la demanda la que crea la oferta”, apenas morigerado por el gran significado político que este hecho reviste, de la mano del involucramiento unánime del Consejo de Seguridad de la ONU en la vigilancia del desarme de la guerrilla en el posconflicto.

Por supuesto que no es sólo este fondo el que servirá de plataforma para aterrizar la financiación del posconflicto, pues se habla de otros US$200 millones conseguidos por el presidente Santos en una Europa quebrada, a los recursos inciertos de la reparación de la guerrilla y, por supuesto, a las reformas tributarias que se nos vienen encima, para recomponer una cuantificación económica del posconflicto, que puede ser de dimensiones colosales en un país inmerso en una crisis fiscal sin antecedentes.

Y es que hablar de tan exigüos recursos en un país en donde la corrupción generalizada es de lejos ‘la madre de todas las madres’ de los problemas de Colombia y en donde ‘el cada día’ nos trae una sorpresa –para no hablar sino del presente-, de las escandalosas cifras de la defraudación de COLPUERTOS, el caso de DRAGACOL, el robo político de las regalías regionales, el cartel de la contratación en Bogotá, la quiebra del sistema de salud, los 23.5 billones perdidos del cargo por confianza para prevenir un nuevo apagón, la extravagante relación costo-beneficio de entidades como la Fiscalía General de la Nación y las contralorías departamentales y municipales, convertidas en vulgares apéndices políticos de los funcionarios auditados, el sobrecosto de casi US$5.000 millones de REFICAR, obra inconclusa y de lo que no se ha hablado: alimentada por gas, cuando éste ya no existe en la Costa Caribe… todo ello inmerso en una pavorosa impunidad.

Como lo anotaba un reciente editorial, a propósito de un Informe revelado por la Corporación Transparencia Internacional que tipifica a Colombia como uno de los países más corruptos del mundo: “Lo grave de esto es que, como lo prueban los índices en las sucesivas mediciones, nada hace pensar que esta dolorosa situación pueda mejorar. Por el contrario, cada nuevo escándalo que se conoce en la Administración de Justicia, en el Congreso, en la Fiscalía, en la Defensoría del Pueblo, en la Registraduría, en las corporaciones públicas y en los ministerios, echa por tierra cualquier esperanza de que algún día el país le puede ganar la guerra a la corrupción.

Ya seguramente las conocidas organizaciones dedicadas al saqueo de lo público y a comprar funcionarios y conciencias para enriquecerse a costillas de Estado, deben tener listas sus estrategias para adueñarse de los multimillonarios recursos que ya se anuncian para poder aterrizar la paz y manejar el llamado post conflicto”…Como decían las abuelas ‘Dios nos coja confesados’.

Por| Olmedo Ramírez López
olmedoramirez@gmail.com
Febrero 11 del 2016
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