“Todo es igual y lo mismo”.
Fenelón. (Tomado del Tuerto López)
En
memoria.
La
figura menuda de Tania se distinguía desde lejos por su cabellera encrespada y
unos anteojos que ampliaban su sonrisa cada vez que saludaba. Pero ella no fue
únicamente un cabello y unas gafas o una risa tenue que atraía una sensación agradable de encontrársela en
cualquier lugar de Sevilla. Tania se dedicó con fuerza a construir un arte
elaborado en tela, en el que colocó diferentes objetos desde animales,
insectos, montañas, nubes y personas, que en sus cuadros tenían un movimiento ambiental, que muestra la alegría del paisaje rural de
las montañas cafeteras. Porque de todas maneras el arte no deja de estar unido
con los paisajes que nos dieron la vida.
El
filósofo francés Henry Bergson decía que “el
conocimiento viene de la intuición”, es decir, que está ligado con un hilo fino que
une lo que vemos de lo que sentimos. Y puedo decir que el arte que expresa
Tania es el arte de la puntada, del pespunte, trabajando y recortando como lo
hicieron nuestras madres cuando tejieron las colchas de retazos, de múltiples
colores, alegrando los cuartos de la niñez. Recobrando a su manera, los tejidos
del Pacífico y las molas Cuna, con figuras mitológicas, traídas desde los
tiempos milenarios, creando historias con las telas recortadas y unidas por los
hilos. Con la puntada en lo que Tania construía con sus figuras recortadas,
desenvolviendo el hilo en los bordes de las figuras.
La
madrugada en la que Tania se fue de este mundo, el amanecer despuntaba en el
horizonte y seguramente ella, recordando las mañanas de bohemia, las horas
cuando la noche y el día se encuentran, los amaneceres nublados de Sevilla, la
luz que golpea los ojos, la hora mágica; cerró sus ojos. Yo creo que después de
construir esos cuadros pintorescos, hechos desde la intuición y creados con la
sonrisa y la seriedad de esta artista, Tania cumplió con su vida dejándole a la
humanidad un arte delicado, construido con elementos simples, la tela, el hilo,
la aguja, la tijera, la sensibilidad y la capacidad de alterar y recuperar
nuestras miradas con sus historias y paisajes.
Por: Edgar Álzate Díaz
Exclusivo para El Ciudadano| Copyright © 2015
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