Ellos también son ciudadanos y hacen patria.
El 22 del mes que avanza hubo en mi tierra un
evento muy amigable con la naturaleza y el ser humano.
Un poco más de cien personas montaron en sus caballitos de acero, llegaron
de Cali, Buga, Tuluá y Zarzal, pedalearon
desde el parque de La Concordia, salieron hasta llegar a San Antonio.
A la vera
de la carretera veredal salían
los campesinos ofreciendo jugos de: naranja, mandarina, guayaba, mora y guanaba. Esa fue una fiesta de amor y de paz.
Se
pasaba por varias veredas hasta el corregimiento de San Antonio, que
cosa digo: ¡El Pueblito!”..
A los deportistas les hacía compañía miembros del Ejército Nacional.
Se llegó
al parquecito de la querida
población de San Antonio y se supo que era pues: ciudad y poblado rural. Unidos
se encontraban los citadinos y los amables campesinos y sin creerlo apareció la más humana y bella
manifestación que nos une desde todos
los tiempos, los nativos-indígenas de la tribu Emberá Chamí; ofrecían estos sus
artesanías, muestra de que no son inútiles, perezosos, y algo muy especial, trajeron
también en su corazón su folclor. Cantaron y danzaron.
He allí, en esa jornada la prueba de que mi
pueblo es grande de verdad. Este 22 se
unieron en un pedalazo y un camino que unió dos parques, a dos pueblos: el mestizo y el indígena.
Nació pues al ruta de los Emberá Chamí y los de la civilización occidental.
Bueno fuera repetir la jornada y conocer más
sus costumbres, cómo realizan sus tareas agrícolas para asegurar su soberanía
alimentaria, que pueden ofrecer en materia de alimentos a la ciudad, al mercado
nacional. Cómo educan a sus niños y
niñas, sus montañas, ríos y cascadas, la fauna y flora, para enseñarle
a Colombia que en Sevilla, sabemos respetarnos y vivir en
paz. Y que somos todos amigos de la
tierra que se beneficia de las leyes que rigen
al inmenso cielo donde reinan la luna y el sol. Para que nos cuenten en
un salón especial que les ofrecerá en la Fundación Casa de la Cultura como es
eso de: naturaleza, hombre y espíritus.
Lo que NO habíamos hecho antes, ese día lo
lograron los del pedal y las artesanías de los “indicitos Emberá Chamí”. Y,
sonó el tambor y a su ritmo se le
acompaño con: voces, manos, caderas y los pies descalzos, como sus
dioses a la Pacha Mama los envió. Mil gracias pedalistas, campesinos y Emberá
Chamí y los soldados que por la ruta también trocharon.
En esta mal hilvanada nota deseo dejar consignado otro trocito a los niños y jóvenes:
Esos seres de la jornada aquí reseñada por mi
escasa formación, nos dieron una enseñanza,
Y de las enseñanzas nobles se ocupan los Maestros. En una obra muy
hermosa de Edmondo De Amicis, que intitulo “Corazón”,
escribió de estos: “Quiérelo siempre, y pronuncia
con reverencia este nombre, “maestro”, que después del de “padre“, es el más noble y el más dulce que
puede dar un hombre a un hombre”. Yo recuerdo la mía, ella se llamaba María
Isaza, La Maestra!.
Muchachas y muchachos sevillanos de hoy, y hasta siempre tened por arma una sola: los
libros, por casa la tierra para todos y como una medalla la victoria de la
civilización.-
Por: Aldemar Gómez Ocampo
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