La Velocidad

7 de octubre de 20140 COMENTARIOS AQUÍ

Para el grupo Bandola y Bernardo Gallego.
Todos sabemos que durante los siglos XVIII y XIX, la velocidad máxima se lograba cuando podíamos viajar en barco o en caballo o casi siempre a pie, como viajaban los arrieros y los comerciantes de antaño. El tren en Colombia llegó a finales del siglo XIX y no fue muy utilizado para viajes hasta finales del siglo. En general la locomoción era por medio de animales y cuando se trataba de cruzar ríos, se hacía en canoas, barcos de vapor o en bongos. En otras ocasiones, los más pudientes, se trasladaban por estas breñas a lomo de indio o de negro. Nuestros ancestros recorrieron estas lomas yendo de un punto a otro, con niños y niñas, esposas, algunos amigos y algunos peones. Lo hacían con mulas, yeguas, caballos, en estos animales cargaban con familia, enseres, y herramientas. Su paso era lento e ir de un sitio a otro, era tema de varias semanas o meses.

Los Siglos XX y XXI, o sea los que por azar nos tocaron, son los llamados siglos de la velocidad. Vamos de un sitio a otro del planeta en 24 horas o máximo 32. Naves espaciales recorren el espacio infinito llevando una canción de los Beatles al confín del Universo, con la esperanza de que el oído de Dios escuche nuestra canción. Ahora podemos estar en varias ciudades del país en un día, si todo sale bien. En estos siglos se crearon la energía, los átomos y la antimateria. Tenemos el Internet y las noticias ya son cosa inmediata. En este momento seguramente hemos superado esos límites y vamos más allá, a los confines de la materia, de la energía y del universo. 
Pero algunos pueblos, como Sevilla Valle, se empecinan en demostrar que la velocidad es un asunto ajeno a ellos. Los pasos se dan cortos, minuciosos y se pelea con el tiempo, como si este fuera un viento fuerte al que tenemos que cortar. Al medio dia, todo queda en silencio, cerrado, y el parque principal detiene su movimiento y queda en este caso, el tiempo detenido. Tal Vez sea esta la causa por la que Sevilla es un territorio con una atmosfera hiperbárica y que en su atmosfera, el aire contenga las propiedades optimas para el  rejuvenecimiento.  

Quienes por cosas del destino nos ganamos la vida yendo de un lugar a otro, pasando pueblos y culturas, viendo correr los ríos y quebradas, recorriendo en medio de las selvas y las sabanas de este grande país, sabemos que a pesar de que actualmente los tiempos de recorridos se reducen, disminuyen como los días del año, cada vez más cortos, todavía hay algunos lugares en los que por más que te esfuerces, el inexorable tiempo es impredecible, pues asi como puedes llegar en el momento que querías, tambien puedes no llegar por cualesquier situación imprevista. En estos lugares, donde los verdes son de tantos colores, solo existe el espacio, la inmensidad, en estos lugares el tiempo es una ilusión que se vuelve paciencia, y todavía los chamanes y los espíritus están afuera, donde se confunden el principio y el final. 

Mientras todo esto ocurre, tengo un grupo de amigos que están desafiando los límites de la máxima velocidad. Gracias a las redes sociales, he observado cómo mis amigos, se mueven del Festival Bandola, a Buenos Aires (Argentina) y se encuentran en Becerril (Cesar), pero ya habían pasado antes por Bogotá. Lo anterior sería normal si se dejaran unos días, horas de espacio, como para uno decir o creer que si, se movieron normalmente desde Cali a Buenos Aires y luego a Becerril o Valledupar. Pero, en cuestión de minutos uno pasa de un lugar, en el cual una foto nos indica su posición geográfica de Buenos Aires, cuando al momento, otra nos indica que se localizan al norte del país, en un seminario de cómo hacer festivales. 

Creo que en secreto, sin divulgarlo, el grupo Bandola descubrió el secreto de la ubicuidad o la descomposición de los átomos y su posterior, casi inmediata reconstrucción molecular. Pues, como es posible que estén en tantos lugares al mismo tiempo, tomándose fotos al lado del Palacio Rosado en Buenos Aires , o frente al estadio del Boca Junior, y al otro día estén dictando un curso de cómo hacer Festivales de Música, mientras piensan realizar el otro Festival de Jazz y la atención del paseo del domingo. 

A pesar de esto, mis amigos de Bandola llegan con una puntualidad sideral, medida en microsegundos, con su capacidad de estar en tantos lugares a la vez, casi al mismo momento, lo que no puede ser posible sin la capacidad de viajar  remando los sueños, deshojando átomos, y todo por su férrea voluntad de querer hacer felices a los demás. Tal vez sea este el secreto de su poder de la ubicuidad, su inmensa capacidad para hacer felices a los demás.

Por, Edgar Álzate Díaz
Imagen, de Redes Sociales
Video, cortesía de Álvaro Pineda
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