Para el grupo
Bandola y Bernardo Gallego.
Todos sabemos que durante los siglos XVIII y
XIX, la velocidad máxima se lograba cuando podíamos viajar en barco o en
caballo o casi siempre a pie, como viajaban los arrieros y los comerciantes de
antaño. El tren en Colombia llegó a finales del siglo XIX y no fue muy
utilizado para viajes hasta finales del siglo. En general la locomoción era por
medio de animales y cuando se trataba de cruzar ríos, se hacía en canoas,
barcos de vapor o en bongos. En otras ocasiones, los más pudientes, se
trasladaban por estas breñas a lomo de indio o de negro. Nuestros ancestros
recorrieron estas lomas yendo de un punto a otro, con niños y niñas, esposas,
algunos amigos y algunos peones. Lo hacían con mulas, yeguas, caballos, en
estos animales cargaban con familia, enseres, y herramientas. Su paso era lento
e ir de un sitio a otro, era tema de varias semanas o meses.
Los Siglos XX y XXI, o sea los que por azar
nos tocaron, son los llamados siglos de la velocidad. Vamos de un sitio a otro
del planeta en 24 horas o máximo 32. Naves espaciales recorren el espacio
infinito llevando una canción de los Beatles al confín del Universo, con la
esperanza de que el oído de Dios escuche nuestra canción. Ahora podemos estar
en varias ciudades del país en un día, si todo sale bien. En estos siglos se crearon
la energía, los átomos y la antimateria. Tenemos el Internet y las noticias ya
son cosa inmediata. En este momento seguramente hemos superado esos límites y vamos
más allá, a los confines de la materia, de la energía y del universo.
Pero algunos pueblos, como Sevilla Valle, se
empecinan en demostrar que la velocidad es un asunto ajeno a ellos. Los pasos
se dan cortos, minuciosos y se pelea con el tiempo, como si este fuera un
viento fuerte al que tenemos que cortar. Al medio dia, todo queda en silencio,
cerrado, y el parque principal detiene su movimiento y queda en este caso, el
tiempo detenido. Tal Vez sea esta la causa por la que Sevilla es un territorio con
una atmosfera hiperbárica y que en su atmosfera, el aire contenga las
propiedades optimas para el rejuvenecimiento.
Quienes por cosas del destino nos ganamos la
vida yendo de un lugar a otro, pasando pueblos y culturas, viendo correr los
ríos y quebradas, recorriendo en medio de las selvas y las sabanas de este
grande país, sabemos que a pesar de que actualmente los tiempos de recorridos
se reducen, disminuyen como los días del año, cada vez más cortos, todavía hay
algunos lugares en los que por más que te esfuerces, el inexorable tiempo es
impredecible, pues asi como puedes llegar en el momento que querías, tambien
puedes no llegar por cualesquier situación imprevista. En estos lugares, donde
los verdes son de tantos colores, solo existe el espacio, la inmensidad, en
estos lugares el tiempo es una ilusión que se vuelve paciencia, y todavía los
chamanes y los espíritus están afuera, donde se confunden el principio y el
final.
Mientras todo esto ocurre, tengo un grupo de
amigos que están desafiando los límites de la máxima velocidad. Gracias a las
redes sociales, he observado cómo mis amigos, se mueven del Festival Bandola, a
Buenos Aires (Argentina) y se encuentran en Becerril (Cesar), pero ya habían pasado
antes por Bogotá. Lo anterior sería normal si se dejaran unos días, horas de
espacio, como para uno decir o creer que si, se movieron normalmente desde Cali
a Buenos Aires y luego a Becerril o Valledupar. Pero, en cuestión de minutos
uno pasa de un lugar, en el cual una foto nos indica su posición geográfica de
Buenos Aires, cuando al momento, otra nos indica que se localizan al norte del
país, en un seminario de cómo hacer festivales.
Creo que en secreto, sin divulgarlo, el grupo
Bandola descubrió el secreto de la ubicuidad o la descomposición de los átomos
y su posterior, casi inmediata reconstrucción molecular. Pues, como es posible
que estén en tantos lugares al mismo tiempo, tomándose fotos al lado del
Palacio Rosado en Buenos Aires , o frente al estadio del Boca Junior, y al otro
día estén dictando un curso de cómo hacer Festivales de Música, mientras
piensan realizar el otro Festival de Jazz y la atención del paseo del domingo.
A pesar de esto, mis amigos de Bandola llegan
con una puntualidad sideral, medida en microsegundos, con su capacidad de estar
en tantos lugares a la vez, casi al mismo momento, lo que no puede ser posible sin
la capacidad de viajar remando los
sueños, deshojando átomos, y todo por su férrea voluntad de querer hacer
felices a los demás. Tal vez sea este el secreto de su poder de la ubicuidad, su
inmensa capacidad para hacer felices a los demás.
Por, Edgar Álzate Díaz
Imagen, de Redes Sociales
Video, cortesía de Álvaro Pineda