La muerte
para algunos es un deseo o un hecho natural, para otros, relación
específica de la existencia humana, y en
este sentido puede ser entendida como iniciación de un ciclo de la vida, que
algún día fenecerá como posibilidad
existencial.
Ayer
en la villa de Céspedes se nos
fue para siempre Alberto Jaramillo Llanos, el hijo de don Horacio y doña Genoveva, el hermano de un gran pintor:
Fabio, Tomasito y de otros de aquel rebaño que
tuvieron aquellos formidables ciudadanos.
Fui por muchos años amigo de Alberto, le conocí como hombre cívico, que
amaba al extremo a su Sevilla y
cuando de esta se trataba solía cantar
las estrofas de Madrigal y
Mi Sevilla y con todas las
fuerzas de su pulmón que no eran
pocas, las del himno municipal. Vivió por un tiempo en Inglaterra y de
allí regreso a su tierra natal.
Gustaba de la política y fue Concejal
por dos oportunidades, cargo de
servidor público en el que nunca hubo de su parte un solo asomo de corrupción y bien por el contrario varios de
los ediles con su marcada sinceridad y
compromiso por su pueblo recibieron de viva y en alta voz el castigo de la
denuncia pública, por sus faltas de
moralidad y eticidad.
Su voz
se escucho en la plaza pública y en ella fustigo a políticos locales y
departamentales, y por ello solo logró
ganar el reproche de quienes
si adulaban a los criticados, ácidamente con su
lenguaje que para algunos era altanero o severo, pero que no era otro
mas que el de un ser que aprendió que
era mejor la falta de millonarias
sumas que las bondades de una abultada
chequera.
Dura era
su forma de ser y aliado de muchos humildes que hasta su casa
llegaron.
Trabajó con
algunas administraciones públicas del nivel municipal, recuerdo una de
aquellas, la Tesorería y de esa tarea
allí nadie pudo decir tomo un solo peso para su
beneficio particular.
Me agradaba
escucharle cuando se emocionaba
con la poesía y recitaba
versos de grandes poetas nacionales y de algunos extranjeros.
Sus chistes eran formidables y algunos capaces de
formar roncha.
No se
volverá a escuchar pues su risa
sonora y su voz que pareciera que como que salía de una caverna, donde solo habitan los que saben
callar ante el nefasto mundo de la corrupción.
¿Que cuando tomaba era muy
difícil entender sus modos de
pensar y actuar?, no es cosa que nuble
su compromiso con su pueblo. Ni por ello
el poder calificársele como un hombre no apto para vivir en sociedad.
Ahora quien
es perfecto? Lance este la
primera piedra.
Formo un hogar con una dama de muy
destacada calidad humana y sus hijos
son varones de mostrar.
No pidió nada Alberto a sus amigos, dio si a estos lo que
de su herencia había recibido de
sus progenitores.
Finalicemos
diciendo: con su muerte entro
Alberto Jaramillo Llanos al Alma
Universal.
Paz en
su morada eterna y a su familia, sentido y solidario pésame.
Aldemar Gómez
Ocampo
Cali, 14 de julio de 2014