“La culpa es de la suegra…”

14 de mayo de 20131COMENTARIOS AQUÍ


Cuando hay conflictos en el hogar siempre buscamos a quien echarle la culpa, y casi siempre el blanco perfecto es “LA SUEGRA”, y decimos: “Que viva mi suegra ¡pero bien lejos!” o “Que vivan las suegras ¡pero enterradas!”.

Qué equivocados estamos al decir estas palabras que por décadas hemos escuchado y que se ha convertido en una cultura de mal gusto y de falta de respeto hacia una persona que ha tenido la bendición de ser madre, y que gracias a esa madre hoy tenemos a nuestro lado a uno de sus hijos (as), acompañándonos por el camino de la vida, ayudándonos a realizar nuestros sueños y a tener nuestros propios hijos, que algún día también nos harán suegras.

Entonces, no pensemos que las suegras son entrometidas o desagradables, pensemos que son madres que aman a sus hijos y que las madres son protectoras por naturaleza; ¿O usted no ama a los suyos y también los protege?

Creo que con esta cultura tan equivocada, hemos olvidado que primero tuvimos suegra y luego hijos, y si amamos a nuestra pareja y a nuestros hijos, porque ignorar a la madre de la persona que hoy hace parte de nuestro proyecto de vida, ¿o acaso nos obligó a compartir su familia?

No, nosotros fuimos los intrusos que llegamos a su casa a quitarle a uno de sus hijos (as) y quizá una parte de su vida; pero resulta que ahora “LA SUEGRA” es la mala del paseo y que es la culpable de que no hayamos encontrado lo que pensábamos encontrar en la persona que elegimos como compañero (a), sin entender que una cosa es el noviazgo, y otra cuando decidimos formar un hogar, porque allí es donde tenemos que desnudar lo que realmente somos, entonces van a ver desacuerdos y malos entendidos que no existían cuando éramos novios.

Entonces, porque echarle la culpa a las suegras que no tiene nada que ver en nuestro problema y de paso desconociendo que es la segunda madre de nuestros hijos e incrementando una mala relación entre nietos y abuelos porque cuando hablamos mal de la suegra, los niños saben que se trata de su abuela y se empieza a tejer una tela de dudas y desconfianza.

Lo mejor es aceptarlas como son porque nadie es perfecto, más bien agradecerle que nos haya aportado “el huesito para nuestro sancocho”, y así las cosas caminaran mejor para ambos lados; pensemos que las madres son vida, y que las suegras son madres, por eso nunca digo “que vivan las suegras como las yucas, enterradas”, porque mi madre también es suegra, entonces, “QUE VIVAN LAS SUEGRAS, BIEN ENTERRADAS, PERO EN EL FONDO DE NUESTRO CORAZÓN PARA QUE SIGA LA VIDA”.

Por Manuel Salvador Ortega
Taxista

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