Nunca es tarde para hacer muchas cosas en la vida, pero
para otras puede ser demasiado tarde. Para adquirir nuevos conocimientos y
estudiar nunca será tarde. Aprender un nuevo idioma, escribir vivencias, viajar
y conocer otras culturas nunca es tarde. Para lograr una sonrisa y reír a
carcajadas infalible remedio o bailar intensamente y reunirse con viejos amigos
nunca será tarde. Pero pretender tumbar a Gustavo Petro a estas alturas, ya es
demasiado tarde y resulta una idea trasnochada, refrita. Para nadie es un
secreto que desde el comienzo de su mandato la obsesión por derrocarlo a
dominado mentes ancladas en el pasado, en procura de que nada cambie.
Pues déjeme decirles, que les cogió la noche y mucha
ventaja, les lleva. Tratándose la política de una competencia ciclística,
Gustavo Petro ya se desmarco del pelotón y hace rato se les escapó del lote y
hoy corre sólito. Les lleva minutos de ventaja a sus competidores, ganó el
premio de montaña y ya casi llega a la meta final, la cuál es: terminar su
mandato, elegir un congreso mayoritario, reelegir en el 2026 las políticas del
Progresismo unido y posiblemente dejar montada una constituyente donde aspira
ser miembro de ella.
La inútil persecución no cesa. No es nada nuevo sobre
la tierra: los abiertos complots diseñados que intentan interrumpir el periodo
del presidente Petro solo se leen como una desesperada debilidad. Desde el C.N.E,
(Consejo Nacional Electoral), aupado desde las cadenas de radio y noticieros de
televisión no se pudo. Hoy, lo que se etiquetaba producto de una mente
retorcida, lo demuestra lo publicado por el periódico El País de España, ¡El
espaldarazo mayor llegó de España!, Suficiente información nos ha llegado del
Leyvagate y sus protervas pretensiones desde la decrepitud de la mente de un
anciano delirante, pero con fundamento real y posible. Se deben muchas
explicaciones al respecto, en especial de parte de la vicepresidenta Francia
Márquez, pero las cosas desde la oscuridad se observan diáfanas.
Infortunadamente se les hizo tarde, el tiempo se agotó
y lo sucedido solo demuestra que no era paranoia como peyorativamente tildaban
las denuncias del primer mandatario, que con insistencia las viene haciendo
visibles y como parte del plan son subestimadas por los heraldos de la hirsuta
derecha.
¡Pero ya es tarde!
A un año de terminar su periodo, dedicarse a tratar de
derrocar a Petro es una empresa inútil que si se logra, solo
impulsaría al progresismo a elegir masivamente un congreso mayoritario y su
remplazo en la presidencia el 2026, que ojala sea nuestra Claudia Sheimbaim colombiana:
Carolina Corcho. Petro en la apuesta gana con sello o con cara. Soy un
convencido que Gustavo Petro avanza en sus propósitos sin oposición seria y
propositiva. Atrás quedaron opositores brillantes y de altura intelectual como
un Gilberto Álzate Avendaño, Álvaro Gómez Hurtado, Indalecio Liévano Aguirre,
Darío Echandía, o "El Cofrade" Alfonso Palacios Rudas. Solo por
mencionar algunos. Pero imagínese usted, un Polo polo, o Jp de opositores; no
causa risa por ser una verdadera tragedia.
Tumbar gobiernos democráticamente elegidos, se
convirtió en una moda para las facciones políticas que no toleran una visión
diferente y moderna del estado social de derecho. Pero los otrora golpes de
estado ya no los hacen unos enfurecidos militares, que sacaban al mandatario
objeto del golpe a media noche, en piyama y, a punta de culata y golpes lo
embarcaban en un avión rumbo al exilio, o de una manera violenta como Pinochet
hizo con Salvador Allende.
Nos encantan los Anglicismos y para perfumarlo y que suene mejor lo llaman "Lawfare". La Guerra Jurídica es la justicia al servicio de los intereses políticos. El Lawfare le fue aplicado a Dilma Rousseff, y Lula Da Silva de Brasil. Rafael Correa de Ecuador, Fernando Lugo de Paraguay, Cristina Kisnner de Argentina, Pedro Castillo de Perú, Manuel Zelaya de Honduras, Evo Morales de Bolivia. En Colombia han querido aplicar el Lawfare, a Gustavo Petro, pero la esperanza de un pueblo que se moviliza, ávido de cambio, esperanza e igualdad es superior a cualquier Lawfare, o a una ruindad como el Leyvagate, de Álvaro Leyva Durán.
Germán
Peña Córdoba
Arquitecto-UNIVALLE