Nos leí Parra Arcila, de la literatura Española a Gustavo Adolfo Becker, de Cuba a Martí, de Argentina a los Gauchos, de Inglaterra a Oscar Wilde, y así
nos iba con sus comentarios metiendo en
la infinita línea de la holística
literaria del verso y una que otra prosa. También escuchábamos el regalo de la poesía local: Alberto Parra
Arcila y Hugo Toro Echeverry.
Si, el Parque Uribe era el sitio
donde “escondidos” aprendimos los primeros versos y por sobre todo
a amar la Paz.
Ese sitio fue mi primera Universidad!. En ese
“ Campus” había una hermosa pila de agua, en ella se miraba el sol y en las
noches la gitana errante se asomaba a
coquetearle a las estrellas y luceros hasta que al amanecer aparecía el señor
de los siete colores que embrujo a la muy tierna Sunny..
Los parques, oh lugar sagrado y preferido por
las gentes del lugar. Los niños corren, el joven medita, el adulto se acerca a
la banca y fuma su cigarrillo para con el humo fabricar su mundo de ilusiones y
preciosas fantasías con su amiga del corazón, y el de la tercera edad, para no
dejar que: del todo se vaya la vida sin
saber a qué lugar.
Los parques, esa maravilla que es la lúdica urbana.
Los nuestros
sin cuidado y la lúdica nuestra tan lejana de la civilidad.
¿Cuándo de ellos el Concejo, la Alcaldía, Planeación,
seriamente se ocuparan?
Qué lindo fuera que los estudiantes a los
parque salieran a recitar, pintar, y
hablarnos de eso que se conoce como la ciencia, la tecnología, y a lo mejor los
sábados o domingos a danzar. El parque es de todos y es la más preciada sala
donde al amigo, vecino y visitante habremos de recibir. En el parque nace el
liderato de la civilidad.
¿Cuando
en ellos habrá en cada uno una
fuente de agua que dance al compas de las esperanzas de cada vecino, el que al transitar en su interior
cante un himno a la vida y a la dignidad?.
Aldemar Gómez Ocampo
Imagen de Redes Sociales
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