Se muere la biblioteca de Dioselina Saldarriaga

15 de marzo de 20190 COMENTARIOS AQUÍ


Seguramente las personas que se tomen la molestia de leer este artículo, se preguntaran de cual Dioselina Saldarriaga escribo o cual Biblioteca es la citada en él. Este nombre lo recordarán quienes en nuestros años de juventud y estudio, nos encaminábamos a la Biblioteca Municipal con el fin de adelantar las tareas o trabajos que nos asignaban los educadores de esas calendas.  

La biblioteca que conocimos en esos tiempos de estudio y que hoy ve  desaparecer 20.000 libros que leímos en su sede o llevamos hasta nuestras casas para cumplir con las investigaciones y complementar los estudios de primaria y bachillerato, tiene una larga historia.

Fue creada en el año 1956, por el alcalde militar que regía los destinos de la ciudad, capitán Jaime Cortés Cárdenas, como Biblioteca Municipal. Abrió sus puertas en el segundo piso de las Empresas Municipales y luego fue trasladada al primer piso de la Alcaldía. Muchos años después fue trasladada a la sede que ocupa hoy.

La primera directora fue la señora Dioselina Saldarriaga Arboleda, mujer que dedicó gran parte de su vida a enseñarles a quienes buscaban ayuda educativa y  cómo utilizar cada uno de los libros que allí reposaban. Dueña de extraordinaria memoria, respondía con facilidad sobre libros, autores y textos a quienes íbamos en plan de consulta. Historia de Sevilla, filosofía, geografía, tecnología, literatura, ciencias, ciencias puras, historia, biografías y muchos otros temas manejaba con mucho conocimiento  doña Dioselina como la llamábamos.

Pero a esa inmensa capacidad para responder inquietudes de lectores y visitantes, anteponía un estricto cumplimiento de normas, las cuales hacía cumplir a rajatabla. Sus reprimendas con rostro adusto detrás de sus infaltables anteojos, era para quienes hablaban en voz alta, se reían fuertemente o para quienes doblaban o rayaban los libros que generosamente prestaba. Rondaba por todos los espacios de la Biblioteca, pendiente que los visitantes no se llevaran los libros sin estar debidamente registrados o arrancaran sus hojas. En el momento menos pensado estaba parada junto a los niños, jóvenes o adultos, atenta al más mínimo accionar. Esa aparición casi fantasmal asustaba a quienes hasta comíamos sobre los libros, y con su mirada ponía las cosas en orden. En los años 70, tenía unos 11.500 libros y más de 35.000 consultas, que ella tenía debidamente registradas en forma minuciosa. Por esta maravillosa labor la biblioteca llegó a ocupar el segundo lugar en el Valle por visita de lectores y consultas.

Muchos se preguntarán que ocasionó el daño de esos 20.000 libros, la mayoría de ellos comprados, recibidos en donación en los años de la Biblioteca de doña Dioselina y que fueron cuidados con mucho esmero por ella, y por Amanda Osorio y otras personas que relevaron a la citada señora Saldarriaga al terminar su encomiable tarea.  En la búsqueda de una respuesta a esa incalculable pérdida, encontramos que la adecuación y remodelación de la planta física y áreas anexas para la creación de otros espacios que se dedicaron a la informática, zonas educativas y culturales, llevaron a que los funcionarios que atendían la Biblioteca, arrumaran los libros en un rincón de la sede, sin el cuidado respectivo para protegerlos y los mismos recibieron por meses lluvias y seguramente la visita de bichos, y que debido a la humedad originaron gran daño. Lo anterior ocurrió según versión de personas conocedoras y serias durante la administración del ingeniero Rafal Andrés Quintero. Habría que pedirle cuentas de lo sucedido a los funcionarios delegados por el exalcalde Quintero, para manejar o dirigir los destinos de la Biblioteca en la época de su gobierno.

En las últimas semanas, una visita de varios funcionarios de la Biblioteca Departamental, hizo una evaluación del estado de los libros que reposan en los estantes y anaqueles de la Biblioteca, que desde hace varios años funciona en una área de la Escuela Hugo Toro Echeverry. La negativa noticia de esta visita, es que 20.000 libros deben ser retirados de allí, por el estado de deterioro que presentan y que pueden afectar la salud de las personas que a diario visitan la Biblioteca. Vale resaltar que la biblioteca Pública Municipal Hugo Toro Echeverry, ha hecho parte desde hace varios años de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, reconocimiento que le ha entregado la Biblioteca Nacional de Colombia.

Con sorpresa para muchos habitantes de la ciudad, el Concejo Municipal, creó mediante acuerdo del 19 de julio de 2017, la Biblioteca Pública Municipal Hugo Toro Echeverry, según proyecto de acuerdo presentado por el doctor Freddy Omar Osorio Ramírez, alcalde municipal.

Como sustento para este acuerdo que crea nuevamente la Biblioteca, el Concejo se apoya en oficio del 09 de mayo de 2017, emanado por el despacho de la doctora Consuelo Gaitán Gaitán, directora de la Biblioteca Nacional de Colombia, dirigido al alcalde de la ciudad, en el cual le expresa que para que nuestra Biblioteca siga perteneciendo a la Red Nacional y recibir los beneficios de programas y servicios del Ministerio de Cultura, debe ser de carácter estatal, es decir, creada mediante acuerdo del Concejo local.

De conformidad con lo enunciado en el oficio procedente de la Biblioteca Nacional, se realizó la búsqueda en los archivos del Concejo local, del acuerdo que en el año 1956 le diera vida a la misma, por parte del alcalde militar Jaime Cortés Cárdenas.

El citado acuerdo de creación, no se encontró en los archivos del Concejo Municipal. Por ello el alcalde de la ciudad presentó el proyecto de acuerdo que aprobado por el cuerpo edilicio de la localidad, fue sancionado y firmado por el burgomaestre el día 25 de julio de 2017.

Lo más lamentable de esta situación, es que nuestra querida Biblioteca, la que quiso como si fuera de su propiedad la apreciada y respetada Dioselina, pierde gran parte de su alma literaria, con la desaparición de 20.000 libros, que deberán ser quemados. Reiteramos en que los culpables de este lamentable hecho, respondan por lo sucedido o expliquen las razones de sus decisiones.
Donde se encuentre la estimada Dioselina, estará sufriendo por ello, como lo hacía cuando le removían hojas a los libros o no los devolvían a los estantes, repisas o anaqueles de su biblioteca.
Por Wilson Rendón Agudelo

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