Llegó para Sevilla una fecha que ocupará un lugar
de privilegio para las memoraciones de sus moradores y peregrinos: la
proclamación y dedicación de la nueva Basílica en honor a San Luis Gonzaga ―19
de noviembre―.
Este templo ocupa un lugar de privilegio en el
corazón de quienes vimos la luz de la vida en esa pequeña ciudad enclavada en
los Andes de Colombia.
En la liturgia espléndida de la Iglesia se vive el
cielo; así ocurrió el pasado jueves 19 de noviembre: cada detalle, cada signo
sacramental, cada palabra nos fue conduciendo con magnificencia simple y
sencilla para entender que Dios es belleza y bondad. La reliquia original de san
Luis Gonzaga, las insignias propias de la Basílica ―La Umbela y el Tintinábulo―,
el canto de las letanías de los santos, la ofrenda festiva del incienso que se
elevó y colmó el templo como oración silenciosa, la unción con el santo Crisma,
la iluminación del altar y de los muros de la Basílica, hasta la cumbre de todo:
la comunión eucarística…pues, como lo decía san Juan Crisóstomo “la
Eucaristía es un pedazo de cielo en el tierra…”.
Debemos ser agradecidos con las generaciones del
pretérito que hicieron secretos sacrificios para levantar tan bella obra de
arquitectura que se encumbra hacia el firmamento como sublime expresión de la
fe de sus habitantes. Es un libro escrito en piedra que nos entreabre la puerta
al pasado de la ciudad que se abrió paso en medio de carencias y luchas
fatigosas.
Gracias por todos nuestros mayores; abnegadas
personas que se extinguieron dando la vida hasta lo último, en el humilde y
sublime servicio de la comunidad y del bien común. Personas que, al golpe de la
vida y del sudor sacrificado, dieron vida a nuestras familias y aportaron lo
mejor de sí para que nuestra iglesia matriz se erigiera con irrenunciable
tesón. Y en la liturgia consecratoria, el Obispo de Buga, Monseñor José Roberto
Ospina Leongómez, coronó sus
desvelados esfuerzos y sacrificios de todos esos seres queridos que ahora viven
la liturgia del cielo.
La fe de este pueblo nos mueve hoy para dar gracias
a Dios por la consagración como Basílica Menor de nuestra santa parroquia
madre; nos gozamos con la exaltación de la magnificencia arquitectónica del
ícono mayor de san Luis de Sevilla; la oración seguirá su curso para que desde
este santuario broten muchas bendiciones para la ciudad, la Diócesis de Buga y
muchos pueblos.
Sea una ocasión feliz para seguir rogando al Dueño
de la Mies que llame de esta comunidad parroquial a muchos a la vida sacerdotal.
Que la dicha de este día nos vislumbre un horizonte
para que nuestra amada ciudad siga creciendo y la Evangelización siga
iluminando a toda la comunidad.
Gracias a todos por apoyar este bello proyecto que
será bendición abundante y permanente.
“Señor entra en tu Basílica y
bendícenos”.
Por| P. Rodrigo Gallego
Trujillo
Rector del Seminario de Buga,
Sevilla, jueves 19 de noviembre
de 2015.