Capitulo II. Plaza de ferias de Sevilla: un monumento al pasado
… “los vecinos dicen que allí en las horas de la noche se escuchan bramidos de ganado, relinchos de caballos, incluso comentan que han visto una manada de vacas con los ojos fosforescentes, caballos que exhalan candela por los hollares” …
Texto de Gustavo Noreña Jiménez
En la tierra fundada por Heraclio Uribe Uribe
hubo muchos vaqueros, pues había grandes haciendas ganaderas, donde pastaba
mucho ganado de la raza cebú, que llegaba de las ganaderías de la Costa
Atlántica, en un comercio que se iniciaba en las sabanas de esa región, se
reunía en la Plaza de Ferias de Medellín como gran centro comercializador y
allí salían en camiones o en tren, rumbo a diferentes destinos en Caldas,
Risaralda, Quindío y el Valle del Cauca. Cerritos, en Risaralda, tenía una
plaza de ferias que movía por semana unas ocho mil reses; Cartago, movía unas
ochocientas reses, y Sevilla también tuvo una gran plaza de ferias con mucho
ganado, donde no era raro que un rico ganadero como Salomón Sterinberg, en un día
de feria comprara cien reses para
engordar en su hacienda La Palmera; o don Gustavo Calle comprara otro tanto
para su propiedad llamada La Barbora; o
su hermano don Jaime Calle, llevara muchas reses para pastar en sus
haciendas como El Vesubio, San Fernando y Las Mercedes; o don Kiko Botero,
llevara terneros de levante para engordar en su hacienda La Guaira; o don Jesús
Jaramillo, comprara cien novillos para engordar en su hacienda de San Marcos. Hoy ese movimiento febril ya no se ve, hasta
el punto que la plaza de ferias ubicada en la vía a tres esquinas es un
monumento al pasado, porque allí no llega una sola res; los vecinos dicen que
allí en las horas de la noche se
escuchan bramidos de ganado, relinchos de caballos, incluso comentan que han
visto una manada de vacas con los ojos fosforescentes, caballos que exhalan
candela por los hollares y jinetes con
sus sombreros sobre una calavera, que van arreando el ganado con sus grito
arre-a-e, arre-a-o y es vox-populi en el sector que esos vaqueros, son vaqueros
fantasmas que en vida fueron muy malos y van arreando por siempre las vacas del
diablo como castigo celestial.
El Tren
del Pacifico, Buenaventura a La Pintada, que se integró con el Ferrocarril de
Antioquia, sirvió como eje conector para las ganaderías de la región y muchas
reses fueron desembarcadas en la estación de Riopaila, y en la estación de
Corozal, rumbo a la próspera Sevilla, las cuales eran arreadas a caballo, por
los vaqueros sevillanos, desafiando la brisa, el hambre y el sol, recorriendo
caminos polvorientos que no aparecen en la cartografía local, creando rutas que
sólo conocían los vaqueros para conducir sus reses, hasta haciendas como El Tablazo; o a la Hacienda San Marcos; o a
las haciendas en la zona de La Estrella y Totoró, como El Porvenir, La Irlanda, La Indalia, La
Bamba, La Selva, El Alcázar, La Duquesa
y Providencia. Las haciendas La Duquesa, La Providencia y San Gerardo, eran
administradas por los Hermanos Redentoristas, quienes eran expertos no solo en
el manejo del Seminario, sino también de ganados, pues a ellos les encantaba
más las cosas del mundo terrenal que las cosas de Dios.
En la tierra fría también hubo grandes
haciendas como Bremen, El Cinabrio,
Cristales, Varsovia, El Indostán, etc., donde no era raro encontrar mil reses pastando en esos
potreros, claro que el tiempo con su “desarrollo” lo cambió todo y a las tierras frías llegó la
multinacional Smurfit Kappa, más
conocida en Colombia, como Cartón de Colombia, y en toda esa región sembró
pinos, eucaliptus, cipreses y hoy no se consigue leche, queso, ni mantequilla;
en Facebook “El Rincón de los sevillanos” , escribió: “Miles de hectáreas que antes eran para la comunidad, veredas con
escuela, Inspección de Policía, lecherías, tiendas, canchas de futbol y de tejo,
hasta un restaurante se encontraba en la vía. Pasó de ser un lugar con ochenta
y cinco viviendas a un paraje con una sola casa donde se guardan las
herramientas y los agroquímicos de Smurfit Kappa. La explotación maderera desplazó a los
cientos de personas que administraban fincas, se ganaban sus jornales y vivían
en un lugar espectacular. Les hablo de toda esa vía hacia Cumbarco y hacia
Cristales que hoy es triste desolación”.
En la
zona plana de La Astelia, los Planes de Cuba y alrededores de la Hacienda San
Marcos sus ganaderías se convirtieron en un mar verde de caña de azúcar, donde
hasta el rio San Marcos y el Rio la Paila se secaron para alimentar los
cultivos de la caña. Es el costo del “progreso”.
CONTINUARÁ…
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ZABULÓN SABOGAL, EL SEÑOR DE LA ASTELIA