Exponentes de la
pintura en Sevilla, Valle.
Por: Edgar Alzate
Díaz
“Diérame
ahora la locura que en aquel tiempo tenía, para pintar la Poesía con el pincel
de la Pintura” (Rafael Alberti)
Cuando la humanidad comienza su desaforado
movimiento evolutivo, tuvo en la construcción del lenguaje y de la palabra, su
principal apoyo para desatar nuestra inteligencia. A la par fuimos plasmando en
las cuevas y en las rocas nuestros pensamientos que expresamos en gráficas
pintadas en las paredes de las cuevas oscuras y en las piedras en las que tallaron
nuestros antepasados; figuras de soles, estrellas, espíritus, animales
diversos, aves, con los que transmitieron lo que pensaban y creían en el
comienzo de los siglos. Fuimos entonces en aquella lejana época de la
humanidad, escritores y pintores. Nuestros antepasados inventaron la escritura,
como inventaron la pintura, simultáneamente, llevados por la necesidad de
contar y mostrar en imágenes y signos su universo.
Foto de petroglifo, vereda Cabuyal, municipio
El Tambo Cauca.
Esto para ilustrar la evolución que nos llevó a
la pintura contemporánea que desembocó en una gran cantidad de expresiones que
cada pintor plasma con su arte. En Sevilla la pintura también tiene una buena
cantidad, calidad y diversidad de exponentes.
En esta ocasión me voy a referir al pintor
sevillano James Peláez. Este pintor es una persona de contextura delgada,
mediano de estatura y con una cara para mí, con trazos rectos, pero con una
sensibilidad propia de aquellos que deben colocar, pintar, los colores en
determinadas maneras, formas, no formas, técnicas y creación.
En medio de mi ignorancia en historia del arte
y de la pintura en particular, creo que James incorpora, que muestra unas figuras
que parecen salir de las fauces del expresionismo alemán. Sus alargadas líneas,
su encierro de colores tenues pero que causan explosión, estos hombres jugando
póker, salidos de una época de violencia, no solo de esto, sino como signo y
símbolo de esos años donde la elegancia masculina y femenina, se ve articulada
con la violencia, con sus sombreros negros Royal Stetson. Las figuras
estiradas, alargadas en colores suaves, en la mesa los tonos cafés, la mujer,
este mundo subterráneo que se vive en las noches, plasmado con óleo en esta
pintura.
El pintor usa el óleo para darle los tonos
necesarios a los azules tenues, un lila intenso, semejando la sacralidad de ese
momento del juego. Las mujeres que los atienden, nos dan cuenta del lugar que pinta
James. El ángel y los tigres o lo que
estos representan, un lugar sagrado, espiritual, del guerrero indio que
atraviesa las selvas en espíritu, acompañado de los antiguos Dioses y un
espíritu como el Ángel custodiando y observando el juego. El juego es el
centro, mientras los tigres esperan y miran.
O en esta siguiente pintura, a la que llamo “la
mujer pez”. La mujer indígena con frecuencia está asociada culturalmente con
los peces. Entre los Sikuani uno de sus principales mitos es Batkasalowa, o la
mujer espíritu de las aguas. Un Ainawi o espíritu, que se puede robar a las
niñas sino se rezan los pescados en la primera menstruación, con una fiesta,
baile y comida. En este cuadro, la Mujer Pez besa con pasión al hombre,
mientras los demás observan y una mujer ingresa la cena que resulta ser un pez.
En las pinturas de James las sombras acompañan
las escenas. Las sombras, son testigo de
todo este juego, de esta compostura. En lo interior estas obras conviven con el
agua como las culturas indígenas, por los personajes que aparecen como la Mujer
Pez, el pescado preparado, los hombres que están allí, con sus trajes y sus
sombreros. Constituye entonces un recordar de los elementos de dónde venimos
primigeniamente, del agua, de los peces, de su sacralidad en medio del torrente
y convulsión de esta vida. Unas sombras que nos acompañan.
De otra parte, se encuentran sus expresiones de
la naturaleza que muestran las líneas cromáticas, psicodélicas, retornando a
los colores que el paisaje nos regala. Estos colores son un arco iris donde
aparecen los guaduales y verdes helechos, a los que el viento y la luz del sol
llevan a danzar, a refrescar el cálido camino. Pero también es heredera de la
psicodelia, aquella temporada cuando el Hipismo trajo los colores dejando atrás
la monótona sucesión de vestidos de paño y sombreros. Estos colores articulados
con otros saberes que mediante el uso de las plantas sagradas llegan al mundo
de los Espíritus y del Origen. Conversando con James, me dijo que estas
pinturas se llamaban como “Naturaleza” y así lo creo.
Esta última pintura que se muestra a continuación,
la llamo “La Finca”, porque a las
claras es una casa de nuestro pueblo, esas casas antiguas con ventanales, al
fondo el rosado de las tardes, las chambranas y la charla de las cuatro,
mientras en el pueblo los atardeceres iluminan todas las casas, dándoles aquel
toque amarillo, ese beso que el sol y su color le dan a la arquitectura de este
pueblo. James nos hace imaginar a través de su pintura y de la imagen de la
ventana al campo, la extensión casi infinita del paisaje, y la mujer recibiendo
visita, con las cortinas amarillas y el azul del agua de este paisaje tranquilo
y amable que nos deja la pintura de James.
Petroglifos (piedra
grabada)
Petroglifos de la vereda Cabuyal, municipio de
El Tambo, Cauca.
Fotos de Edgar Álzate.