Texto de Gustavo Noreña Jiménez
Los Blue Stars por mucho tiempo fue la orquesta
de música tropical que tocó los fines de semana en el bailadero más famoso de
Sevilla, conocido con el nombre de “Club los Arrieros”, el cual quedaba en la
Calle Real, muy cerca del Parque Uribe, donde bailaba la gente del pueblo; ese
establecimiento era el más grande centro de baile de la ciudad, lo fue por
mucho tiempo y aún hoy no hay uno solo que se le pueda comparar, y era
frecuente escuchar melodías de los “Hispanos”,
“Los Teen Agers”, “Los Graduados”,
“Los Golden Boys”, “Los Bobby Soxers”, etc.. Algunas personas, dicen
haber escuchado en los fines de semana, música tropical que surca los aires del
interior de ese lugar y, sale por las puertas, a la calle, como reclamando su
libertad; otros, dicen que han oído la canción el “Very, Very, Well”, que hizo
famosa en Colombia, Carlos Román y su Conjunto Vallenato, canción grabada por
este grupo en 1958, considerada una canción pionera en el Rock nacional:
hello mister smoking
to o waking drinky o wisky o dance rumba o rock and
roll o de colombia merecumbé to like baby to like woman mike
on friend very very very well,
Muchas canciones sonaron en ese templo del
baile donde entraban a bailar los “cocacolos” de Sevilla. Gonzalo Arango, el
profeta irreverente de la nueva oscuridad del Nadaísmo, que esparcía sus ideas
por Colombia, como un fantasma, los definió así:
“Es un tipo adónico que no ha llegado a la edad
de la razón, en el sentido en que no ha aceptado la vida como un acontecimiento
serio, con deberes, responsabilidades y compromisos. Siente hondamente la
pasión de vivir. Es una existencia vacía de ideales, más cerca de las emociones
que de la reflexión. Cambió, en un excelente negocio, la metafísica y el cielo
por el deporte y el baile; las iglesias por los estadios olímpicos; la
biblioteca por la cancha de tenis; las aulas académicas por el cinematógrafo.
Se cuida más de su apariencia externa que de la vida interior.”
La muchachada de esos lejanos tiempos, eran
unos bailarines consumados; Samuel Vásquez, en su” Monologo de Iván, el
bailarín” dice:
“Porque el auténtico bailarín vence sin
esfuerzo la fuerza de gravedad engendrando un vuelo que nos libera de la reptil
jornada horaria. El ritmo es saber sin saber que se sabe. Es la sabiduría de la
piel, el contento del alma, y nadie, nadie nos puede quitar lo bailado”.
La música tropical está inmersa en nuestro
código genético y así como la lava en un volcán bulle en su interior,
produciendo estremecimientos, la cumbia, el porro, bullen en la sangre, produciendo
una cadencia, tratando de salir de nuestro cuerpo, para gritar al mundo, viva
Colombia, y cuando de bailar otro género musical se trata, como el rock, el
merengue, a un sevillano no se le arruga la musculatura, y azota la baldosa, así
muera en el intento.
Un grupo de muchachos empezaron a organizar una
banda de música bailable y el primer
nombre que se les ocurrió, fue The Blue Stars, que traducido al Español
significa Estrellas Azules, pues no solamente hay estrellas amarillas, blancas,
y de otros matices, sino también azules, como las llamadas Pléyades, así que la
música de esta agrupación musical quedó engarzada en cafetales, pueblos,
fondas, cielos y constelaciones de la Galaxia Solar; todavía se nos eriza la
piel al evocar aquellas rumbas.
―Mami, déjeme ir esta noche a los “Arrieros”.
―Hija, cómo va a ir por allá. Mis amigas me han
dicho, que ese lugar es un reservado, mejor dicho, un lupanar.
―No madre. Es un bailadero; esta noche toca el
grupo musical The Blue Stars, la orquesta más buena que hay en el Valle y el
Eje Cafetero. Están estrenando “batería”
−Mija, mucho cuidado. Esos bailes tan juntos
son libidinosos y el diablo se le sube por entre las piernas. Hija, recuerde el
aforismo de un escritor irlandés: “Bailar es la expresión vertical de un deseo horizontal legalizado por la música”.
−Tranquila mami que yo no me dejo apretar, le
pongo freno de mano al parejo.
−Eso mija, métale el codo.
Esa
noche era de luna llena y una suave brisa recorría las calles de Sevilla, y los
“Arrieros” estaban agolpados de “cocacolos”, sentados en butacos de madera y
con “canecas” de Aguardiente Blanco del Valle sobre las mesas. Las niñas
estaban hermosas y los muchachos traían su mota de pelo sobre la frente al
estilo Elvis Presly, sus pantalones de terlenka o Jeans Lee americanos o Wrangler,
zapatos tipo mocasín, calzados sin medias, otros traían botas vaqueras tipo
tejanas, y otros traían zapatos de plataforma y en la cintura una correa ancha
con una hebilla metálica en forma de herradura. Los utensilios del rito estaban
listos. “Queremos música. Esta noche adoraremos al Dios “Baco” hasta el amanecer,
gritaba la muchachada”.
En la
tarima como unas deidades del Olimpo se pavoneaban “The Blue Stars”; Edgar
Gallego, afinaba su guitarra bajo, buscando los mejores acordes musicales;
Hernán Carvajal, tocaba el acordeón; Jaime Ocampo, “Piraña”, afinaba la voz;
Rodrigo Gallego “El Mono”, con el Saxofón, sacaba notas increíbles; Fabio
Londoño, “El Abuelo”, ensayaba con la “batería”, y sacaba un sonido bestial que
retumbaba en la sala. Los amplificadores tenían su máxima potencia y de pronto
“Piraña” como un predigistador daba
vueltas por el escenario y soltó un chorro de voz cantando “Palmira señorial”;
luego cantó la “Gallina twist”, y muchas más que la gente bailaba con buen
ritmo y balanceo de caderas. De pronto, “El Abuelo”, durante una pieza
musical, como un mago, toma de su “Batería”, la “roncadora”, que es un tambor,
y haciéndola sonar rítmicamente, salta a la pista dando vueltas por ella como
un loco, con todos los bailarines detrás de él, como cuando unas abejas
persiguen un intruso que las ha molestado en su panal; la gente parecía haber
enloquecido de felicidad. Luego vino una pausa para descanso de la orquesta,
momento que fue aprovechado por Camilo Escobar, quien vivía en la segunda planta
de los “Arrieros” y desde allí bajó a llevarle un refrigerio a Piraña: “Mi
yeims (mi Jaime) te traigo un jugo de mandarina endulzado con miel de abejas,
tómatelo y verás que quedas cantando como un pajarillo”.
Camilo
era un personaje sevillano que participó en las procesiones de Semana Santa
como un Doctor de la Ley. Según Javier Marulanda, más conocido como “Marulo”,
en su Revista “Huellas del pasado…pasos del presente”, dice: “Los sevillanos
jamás olvidaremos la figura de Camilo en un Viernes Santo con su levita
pulcramente adornada, sus mocasines amarillos y su báculo simbolizando el poder
con aire de beatitud y grandeza comparable sólo con Constantino El Grande”.
Cuando la orquesta volvió al escenario la rumba
estaba en su frenesí y al empezar a tocar “La Plaga”, canción que hicieron
famosa en Latinoamérica “Los Teen Tops” de México, con la voz de Enrique
Guzmán, los asistentes salieron a bailar ese Rock de moda como impulsados por
un resorte. Uno de los “cocacolos” quiso bailar con Carmenza Guevara, una de
las “cocacolas” más lindas de Sevilla, pero ésta ya tenía parejo:
―Hermano,
con su permiso bailo con la dama que usted no sabe bailar.
―Este pendejo que se ha creído―y sin decir más palabras, cual los hombres guapos, le descargó una trompada, desatándose una gresca de proporciones monumentales; volaban butacos, botellas y mesas, hasta que por fin llegó la “bola”, como en aquellas calendas se les decía a los carros de la policía y se llevó para “la guandoca” a los responsables de la reyerta, continuando el baile con renovado entusiasmo.
Por aquellas calendas había un grupo de muchachos que donde aparecían, fuera cantina, reunión social, discoteca, se la ponían de ruana y la discusión la resolvían a puños, eran los guapos del pueblo, y su mayor honor era tener la mano multada o ambas cuando el peleador era muy remacho.
Cuando la fiesta estaba en su apogeo, como por
arte de magia entre la multitud una hermosa muchacha, Carmenza Guevara, una
chica a go-gó, como una Diosa adoratriz
del baile, salió danzando hacia la tarima, tomó el micrófono, y con el
acompañamiento de la orquesta, cantó con una voz muy afinada “yo me llamo Cumbia”, el público
aplaudió con gran emoción y la fiesta continuó hasta que llegaron las primeras
luces del alba y los bailarines se fueron a sus casas.
CONTINUARÁ…
PRÓXIMO CAPÍTULO : THE BLUE STARS EN EL CLUB TRES DE MAYO