Crónica de viaje: visita a Buenos Aires.

1 de mayo de 20240 COMENTARIOS AQUÍ

Texto de Wilson Zapata Valencia

Visitar Buenos Aires es una experiencia distinta a la que se tiene en el resto de ciudades capitales de la América española, las cuales tienen una plaza mayor o central con sus centros de poder: la catedral, el palacio de gobierno, el cabildo y a su alrededor se extiende el resto de la ciudad, con sus manzanas como un tablero de ajedrez.

Buenos Aires es una “réplica” de París en la pampa argentina, con sus numerosos edificios y palacios al estilo barroco francés como el teatro Colón, el palacio del Congreso, la librería Ateneo, única en su género: un antiguo palacio de opera convertido en templo de las letras; sus amplias avenidas y boulevares como las avenidas Mayo, que recrea los Campos Elíseos parisinos, Alvear, “9 de Julio”; sus estatuas y monumentos, representados por el propio “Pensador” de Rodin; su conocida calle Corrientes con sus teatros, galerías de arte, librerías; sus “petit cafés”, con el icónico Café Tortoni a la cabeza y sus pastelerías (pattiseries).

Todo este encanto parisino, lo encuentra uno con el toque argentino tan particular, dado por sus shows de tango, su parrilla, sus calabazas de mate, que los acompaña a todas partes, su pasión futbolera con su emblemático barrio -Boca-; su acento porteño “che”; su imponente Rio de La Plata, que realmente es un estuario, y la amabilidad de su gente.

Este “injerto” europeo en el cono sur de América Latina, se explica por el apogeo económico experimentado por el país por la exportación de lana, cuero, carne y granos a Europa y Estados Unidos, que lo posiciona en una de las primeras 10 economías del mundo en las últimas décadas del siglo XIX y comienzos del siglo XX, el cual vino acompañado de grandes oleadas de inmigrantes europeos, en especial italianos y españoles, población que llega a ser dominante en la ciudad. Este fenómeno crea una burguesía agroexportadora y europeizante que “copia” las últimas tendencias y modas imperantes en Europa, especialmente en París, incluyendo sus estilos arquitectónico y urbanista.

Otro hecho histórico no menor es que Buenos Aires y Argentina en general no tuvieron tan marcado el lastre del dominio español con sus templos, togas y cruces, como en los demás países de América Latina; fue una región periférica para el imperio español, que solo llego a ser virreinato en el año 1776, al final del imperio. El mejor ejemplo de este hecho es su catedral metropolitana, que parece más un templo romano pagano que una iglesia católica.

En el siglo XX, después de este nacimiento burgués y “cortesano”, socialmente excluyente, de Buenos Aires, el modelo agroexportador que lo soportaba entra en crisis en los años 30, con la gran depresión de la economía mundial y comienza otra etapa en la vida económica, social y política del país, en especial con la llegada del peronismo al poder a mediados del siglo XX, que marcará su historia nacionalista a lo largo de este siglo, hasta nuestros días.

Buenos Aires sigue siendo una ciudad vibrante, con sus cafés y restaurantes llenos de gente; múltiples eventos culturales encabezados por la programación de lujo del teatro Colón y la feria del libro, numerosas obras de teatro, danza en la calle Corrientes, al mejor estilo del Broadway neoyorquino, no obstante, la grave crisis económica, fiscal y cambiaria que afecta hoy al país y deteriora aún más el nivel de vida de su población.

Esta vigencia económica, cultural y política de la ciudad se explica por el peso de la ciudad en la economía y sociedad argentina y la importancia del turismo, que representa la cuarta actividad económica generadora de ingresos.

En el plano  económico, se encuentra uno como extranjero, con una gran paradoja que no ve en otros países de américa latina: al lado de una alta inflación y precios altos en la mayoría de bienes y servicios, coexisten una serie de bienes y servicios subsidiados por el estado, con precios bajos, como el Subte (metro subterráneo), servicios públicos, y la propia gasolina, precios que representan una gran carga fiscal para el estado, pero que al mismo tiempo alivian el alto costo de vida de la población.

El gran desafío para la sociedad argentina es como estabilizar y potenciar la economía sin hacer un draconiano ajuste fiscal que afecte los grandes logros sociales, culturales y ambientales de la nación y sin deteriorar aún más el nivel de vida de su población, como está sucediendo hoy con el gobierno de Milei.

Wilson Zapata Valencia

Santiago de Cali, abril 29 de 2024

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